En términos generales, la salinidad representa la presencia y concentración de sales disueltas en el agua, abarcando una gama diversa de compuestos iónicos. Para medir la salinidad, se utilizan diversas técnicas, entre las que se incluyen la conductividad electrolítica (EC), la refractometría, la titulación de cloruro, o, de manera más específica, la utilización de un electrodo selectivo de iones de sodio (ISE) para la medición del cloruro de sodio.

Las mediciones de salinidad se pueden clasificar principalmente en dos categorías según su aplicación. Por un lado, están aquellas destinadas a estudios oceanográficos, que se centran en la salinidad del agua de mar. Por otro lado, se encuentran las mediciones relacionadas con soluciones alimentarias o salmueras, donde la relación de peso a peso o de peso a volumen es un factor determinante.

Cada uno de estos enfoques requiere técnicas y consideraciones específicas, adaptadas a las características del medio y los compuestos involucrados. La precisión y la fiabilidad en la medición de la salinidad son esenciales en numerosos campos, desde la oceanografía hasta la producción alimentaria, donde la concentración de sales puede influir significativamente en los procesos y productos finales.