En el agua, el cromo puede originarse como resultado de actividades industriales o liberarse de manera natural en cuerpos de agua. Su presencia puede tener efectos adversos en la vida acuática y en la calidad del agua potable.

En el suelo, la presencia de cromo puede influir en la salud de los ecosistemas terrestres y en la disponibilidad de nutrientes para las plantas. El exceso de cromo puede resultar en la alteración de la biodiversidad del suelo y afectar negativamente el crecimiento de las plantas. En la industria, el cromo se utiliza en diversos procesos, desde la fabricación de productos químicos hasta la purificación del agua. 

Para medir la cantidad de cromo en una muestra, se emplean diversos métodos analíticos, como la espectroscopía y la cromatografía. Estos métodos permiten una detección precisa del cromo en diferentes matrices ambientales, siendo fundamentales para la gestión y protección del medio ambiente.